La habitación del hospital estaba en silencio, salvo por el tictac del reloj y el zumbido del aire acondicionado. Rohan Agarwal, un modesto agricultor de Nagpur, estaba tumbado en la cama mirando al techo, esperando a que el médico le explicara lo que significaba la radiografía. En el ambiente se respiraba una extraña tensión.
El doctor Ajay Kumar entró, se quitó las gafas y miró a Rohan con tranquilo temor. «Lo siento, señor Agarwal», dijo en voz baja y firme. Las palabras golpearon como un martillo, aunque su significado seguía sin estar claro. Los ojos de Rohan se desviaron hacia los rayos X, en busca de respuestas que no podía comprender.
Durante años, Rohan había tenido un misterioso bulto en el abdomen. Había sido objeto de bromas y apodos crueles en su pueblo: «hombre embarazado», le llamaban. Pero él siempre lo había ignorado, creyendo que no era más que una rareza de su cuerpo. Aprendió a ocultar el dolor, a vivir con las miradas.