Un niño sigue haciendo extrañas señales con las manos durante el vuelo; cuando la azafata se da cuenta del motivo, ordena al avión que aterrice

Ahora lo estaba haciendo otra vez. «Esto no puede ser una coincidencia,’pensó Carole mientras miraba al chico que entraba en el avión. Había algo en él. Algo que le daba mala espina. Un mal presentimiento de verdad.

La hizo retroceder hasta aquel día. Aquel día que tan desesperadamente había querido olvidar. Ese día había cambiado su vida para siempre. Y no en el buen sentido… Había decidido olvidarlo. Dejarlo atrás y seguir viviendo su vida como si todo estuviera bien. Pero ahora, este chico entró en su plano.

Al principio, no se había fijado en él. Estaba ocupada con sus tareas de azafata. Tenía un montón de cosas que hacer en su lista de comprobación una vez que los pasajeros subían al avión, así que su mente estaba ocupada con eso. Pero no pasó mucho tiempo antes de que su mente estaba ocupada con algo totalmente diferente …

Desde el momento en que el chico subió al avión, Carole tuvo una extraña sensación. No sabía muy bien qué era, pero algo en él le decía que debía prestarle mucha atención. «¿Qué pasa? ¿Qué intenta decirme?’Pensó Carole, pensativa. Se mordió el labio y entrecerró los ojos para mirarle mejor.

A medida que el chico avanzaba por el pasillo, los instintos de Carole la impulsaban a observar cada detalle. Parecía joven, probablemente no tendría más de doce años. Tenía una energía nerviosa casi palpable. Sus ojos recorrían el camarote sin detenerse demasiado tiempo, como si le preocupara que alguien pudiera estar observándole. En concreto, parecía evitar mirar a la mujer que tenía a su lado.

Sus manos estaban inquietas, ajustando constantemente la correa de la mochila que llevaba colgada del hombro o pasándosela por el pelo revuelto. A pesar del confortable ambiente del avión, llevaba una chaqueta demasiado grande para su delgado cuerpo, que le hacía parecer aún más pequeño, casi engullido por la tela. Incluso su forma de andar era vacilante, cada paso lo daba con una cautela poco habitual en alguien de su edad.

Carole no podía ignorar las señales de alarma que sonaban en su cabeza. ¿Por qué parece tan fuera de lugar?», se preguntó, mientras le seguía con la mirada cuando por fin eligió asiento. La forma en que miraba a su alrededor antes de sentarse, el ligero temblor mientras guardaba su mochila debajo del asiento frente a él… cada pequeña acción gritaba que algo no iba bien;