Una Azafata Ve a Su Marido en el Avión – Pero Se Da Cuenta de un Detalle Sorprendente

¡No Creerás el Desgarrador Descubrimiento de esta Auxiliar de Vuelo sobre su Marido en un Vuelo de Rutina!

Lena jadeó, con el corazón agarrotado en el pecho. No podía ser real. «No, no, no, no, no», se encontró murmurando. «No puede ser verdad». Sin embargo, no podía apartar la mirada del final del pasillo del avión.

Volvió a mirarlo. Aquellos cálidos ojos marrones eran idénticos a los suyos. ¿Pero cómo era posible? No, no podía ser. Volvió a mirar. Y otra vez. ¡IMPOSIBLE! Quería gritar, pero sus pulmones se negaban a cooperar. Sentía todo el cuerpo entumecido y helado. Lo único que podía hacer era mirar con incredulidad.

Estudió sus familiares ojos marrones, la forma de su cara, las manos ásperas que tan bien conocía, las manos que habían sostenido las suyas con ternura. Era imposible. Se quedó mirando al hombre durante casi diez minutos, pero él no pareció darse cuenta. Estaba ocupado deshaciendo la maleta y preparándose para el vuelo. Mientras tanto, el mundo de Lena había dado un vuelco.

Su mente daba vueltas. Tenía que ser su marido. ¿Pero cómo podía ser él? Y si era él, ¿por qué estaba sentado en este avión, sin darse cuenta de que ella estaba cerca? Estaba segura de que lo estaba mirando, pero también estaba segura de que no podía estar aquí. Su mente empezó a divagar: ¿podría haber engañado a todo el mundo, incluso a ella? Este escalofriante pensamiento sumió su realidad en una espiral de caos.

Unos minutos antes, su estado de ánimo era muy distinto. Se había preparado mentalmente para el vuelo. Era su primer mes de vuelta al trabajo después de aquel día horrible, y aunque estaba ocupada, le proporcionaba una distracción muy necesaria.

Su trabajo como azafata, y las interacciones que conllevaba, la ayudaron a sentirse mejor después de la dura época que había atravesado desde el año anterior.

Antes de subir al avión, respiró hondo y forzó una sonrisa falsa. Se había dicho a sí misma que si seguía fingiendo ser feliz, su cuerpo acabaría creyéndoselo también.

Así que se apresuró a guardar el equipaje y a inspeccionar los compartimentos superiores, sumergiéndose cómodamente en su rutina habitual. Sus compañeros charlaban animadamente a su alrededor, comentando con entusiasmo sus planes para el fin de semana posterior al aterrizaje. Intentó empaparse de su entusiasmo, con la esperanza de que aplacara la sensación de inquietud que retumbaba en su estómago.

Este vuelo no sólo significaba su vuelta al trabajo, sino su reincorporación a la vida. Necesitaba creer que estaba preparada, que la sombra del año anterior se había desvanecido lo suficiente como para permitirle funcionar de nuevo.

Pero entonces, justo cuando el avión se preparaba para embarcar, lo vio. Fue como si su corazón hubiera dejado de latir de repente. Su cuerpo se convirtió en una estatua y un silencio ensordecedor envolvió su mundo. ¿Qué demonios?