La actitud protectora de Milo, sin embargo, no hizo más que intensificarse. Empezó a interponerse entre Lily y cualquiera que se acercara a ella demasiado bruscamente. Las enfermeras aprendieron a hablar en voz baja y a moverse más despacio. Se convirtió casi en rutina, hasta el día en que un técnico dejó caer una bandeja metálica junto a la cama.
El golpe sobresaltó a todos. Milo se abalanzó con un gruñido que congeló la habitación. Sólo duró un segundo. Sus dientes no llegaron a tocar a nadie, pero el sonido, crudo y salvaje, silenció toda la sala. Fue la primera vez que Maya sintió verdadero miedo a su lado.