«Te he llamado para que sepas que está haciendo un buen trabajo aquí. Me gustaría que se quedara aquí con ella», dijo Maya en voz baja. «Si te parece bien» Hubo una pausa, luego la suave voz de Claire respondió: «Mi hijo siempre tuvo un propósito en la vida. Ni siquiera su muerte fue en vano; había firmado para donar su corazón. Si Milo ha encontrado su lugar, que se quede»
Cuando terminó la llamada, Maya permaneció sentada en silencio, con el teléfono aún pegado a la oreja. Fuera de la ventana, la lluvia golpeaba suavemente el cristal. En algún lugar del pasillo, Milo ladró, como haciéndose eco de la bendición de la mujer. Maya estaba bastante segura de una cosa: debía volver a llamar a Claire e instarla a dar un paso más.