Un perro de un refugio no dejaba de mirar a una niña que lloraba en el hospital, y una enfermera fue testigo de un milagro

Claire exhaló temblorosamente, el sonido mitad sollozo, mitad risa. «Recé para que alguien amable lo encontrara», dijo. «Solía dormir sobre el pecho de mi hijo todas las noches, siempre sobre su corazón. Estuvo con él hasta el último momento. No podía soportar traerlo a casa, tampoco en mi estado»

Claire continuó tras un breve sollozo: «Milo ni siquiera comía esos primeros días, según me dijeron los del refugio» Maya escuchó, un escalofrío la recorrió. La imagen del perro, muerto de hambre por el dolor, reflejaba con demasiada claridad la que ella conocía. Era el mismo animal que ahora custodiaba el pecho de un niño como si nada más en el mundo importara.