Era imposible, se dijo. Lily debía de haber oído una conversación, quizá incluso había visto la foto por casualidad. Los niños recogen fragmentos de historias todo el tiempo. Aun así, cuando volvió a la habitación de Lily, encontró a Milo sentado junto a la ventana, mirando hacia el horizonte.
Casi podía oír el sonido de las olas del recuerdo. No se le iba de la cabeza. Era como si el perro también recordara aquella playa. Maya apagó la luz y se marchó en silencio, con la pregunta siguiéndola en la oscuridad: ¿Qué recuerdas, Milo?