Maya sonrió, pero sintió un escalofrío en la nuca. Esa misma tarde, recordó el nombre que había escrito en sus notas -Evan Reed- y, por curiosidad, volvió a teclearlo en el ordenador. Esta vez encontró un monumento conmemorativo en Internet.
Allí, sonriendo desde la pantalla, estaba el mismo hombre que Lily había dibujado. Evan Reed estaba descalzo en una playa, con unas zapatillas rojas en una mano y Milo a su lado. El pie de foto decía: Siempre corriendo. Maya se quedó mirando un largo rato antes de cerrar la página. ¿Cómo podía Lily saber algo de él?