Un perro de un refugio no dejaba de mirar a una niña que lloraba en el hospital, y una enfermera fue testigo de un milagro

Sabía que era una tontería. Las coincidencias en el papeleo no significaban nada en los hospitales. Las fechas se solapaban constantemente. Aun así, sintió el mismo tirón que había sentido antes, esa silenciosa sugerencia de conexión que susurraba en los márgenes de cada informe que leía.

Sacudió la cabeza, riéndose suavemente de sí misma. «Eres demasiado racional para las historias de fantasmas», dijo en voz alta y cerró el archivo. Sin embargo, mucho después de apagar la luz, se sorprendió a sí misma escuchando el tenue eco del monitor de Lily desde el fondo del pasillo: constante, suave, vivo.