Un pasajero engreído le falta el respeto a su perro de servicio, pero no está preparado para lo que se revela..

Atlas, sintiendo la creciente ansiedad de Clara, se levantó lentamente de su lugar a los pies de Liam. Se acercó a Clara, con movimientos lentos y deliberados. Clara se quedó paralizada cuando el perro se acercó. Se quedó sin aliento y retrocedió instintivamente. La presencia del perro, aunque tranquila y no amenazadora, pareció tener el efecto contrario en ella.

A Clara se le aceleró el pulso. «¡No! ¡Aléjate de mí!», gritó, pero Atlas no se movió. Permaneció de pie frente a ella, mirándola a los ojos con una paciencia calmada, constante y firme. Por un momento, ella pareció querer gritar de nuevo. Pero el perro, en su quietud, le estaba ofreciendo algo que la mantuvo inmóvil: tranquilidad y seguridad en un momento de pánico.