Un pasajero engreído le falta el respeto a su perro de servicio, pero no está preparado para lo que se revela..

A medida que el avión descendía por la pista, el movimiento de Clara aumentaba. No dejaba de mirar al perro, con los ojos entrecerrados por la sospecha. Cuando el avión empezó a ganar velocidad, murmuró a su compañera de asiento: «Tengo fobia a los perros. Para que lo sepas» Las palabras parecían justificar su inquietud, pero el tono alto era un claro intento de asegurarse de que los demás la oyeran.

Liam permaneció callado, prefiriendo no intervenir. Podía sentir que el cuerpo de Atlas se movía ligeramente en respuesta al movimiento del avión, pero el perro estaba tranquilo, como siempre. Apoyó la mano en la cabeza del perro, tratando de tranquilizarlos a ambos. Era una rutina familiar para él, pero esperaba un vuelo tranquilo y sin incidentes.