Clara aprovechó la oportunidad. «¡Sí! Este perro no debería estar aquí. Ocupa demasiado espacio y no me siento segura» Casi temblaba de rabia reprimida. Las azafatas intercambiaron miradas, ambas inseguras de cómo manejar una situación que no podían calmar fácilmente.
Uno de los auxiliares se dirigió a Liam. «Señor, ¿hay alguna manera de que podamos ayudarle a estar más cómodo?», preguntó, tratando de calmar la situación sin empeorarla. Estaba claro que no tenía ninguna solución a mano.