Elías agarró la cuerda y lanzó el gancho por encima de la barandilla, agarrándose justo a tiempo. Lo ató rápidamente y subió por la escalera con el cachorro colgado a la espalda. El viento casi le derriba de lado al subir.
Henrik le siguió de cerca, casi perdiendo el agarre cuando una nueva ola rompió la barandilla y los caló a ambos hasta los huesos. «¡La escalera está arriba!» Henrik gritó en cuanto sus botas tocaron la cubierta. «¡Sácanos, ahora!» Corrió hacia el puente y se sentó en el asiento del capitán.