Se le llenaron los ojos de lágrimas al hablar del collar: cómo había pensado que no valía nada, cómo había esperado que sirviera de puente si él quería encontrarla. «Pensé que no tenía nada que darte», susurró. «Pero lo tenía. Sólo que no lo sabía» Quizás nadie en la familia lo sabía.
Ella le contó cómo se había enterado de su valor, accidentalmente. Su mano se apoyó en la mesa y, tras un momento de vacilación, ella la cogió. Él dijo en voz baja: «Incluso sin él, habría querido conocerte» Aquellas palabras abrieron algo en su interior y sintió que años de culpa empezaban a aflojarse.