Sus pensamientos se dirigieron hacia la agencia de adopción. Había dejado el collar con el bebé. Si se lo hubiera quedado, tal vez sabrían adónde había ido a parar. Pero eso significaba volver a un mundo que había encerrado dieciocho años atrás.
Sacó una vieja carpeta del fondo del armario. Los papeles estaban amarillentos y la tinta descolorida. En la parte superior estaba el número de teléfono de la agencia, impreso en negrita. Pasó el pulgar por encima del teclado del teléfono antes de volver a dejarlo. No estaba preparada, todavía no.