Un león se niega a moverse durante días: un veterinario no podía creerlo cuando descubrió el motivo

La cabeza de King se movió hacia ella, un leve rugido se elevó en su pecho, pero la voz de Margaret lo atravesó, aguda pero tranquilizadora. «Mírame, muchacho. Quédate conmigo» Ben se arrodilló, las manos le temblaban cuando cogió el frágil cuerpo entre sus brazos. Por un instante, el mundo pareció congelarse.

Entonces la cabeza de King se giró hacia él, mostrando los dientes, pero Margaret dio un paso adelante, con voz firme como el acero. «No. Conmigo» De algún modo, imposiblemente, el león mantuvo su mirada fija en ella. Sus ojos ámbar ardían, su pecho se agitaba, pero no se movió.