Un león se niega a moverse durante días: un veterinario no podía creerlo cuando descubrió el motivo

Daniel intentaba distraerlo con un tentempié o una visita a los pingüinos, pero los ojos de Noah siempre volvían a King. Apretaba las palmas de las manos contra el cristal, buscando la subida y bajada del pecho del león, contando cada respiración como si pudiera ser la última.

Una tarde, Ben se acercó a ellos, sin su habitual actitud alegre. Se acercó a Daniel y le habló en voz baja. «Nosotros también lo hemos notado. La hinchazón del costado. Estamos tratando de entenderlo. El problema es que no deja que nadie se acerque. Cada vez que lo intentamos, arremete»