Los adolescentes hacen miserable la vida de la abuela hasta que un día se hartó

Por otro lado, en su diario, modestamente disfrazado de maltrecho cuaderno de tareas domésticas, Magnolia escribía notas meticulosas. Anotaba horas, fechas e incluso descripciones de huellas de zapatillas dejadas en su jardín y porche. Aquellos ojos azules eran precisos como rayos X.

Una vecina menos paciente podría haber estallado de ira hacía tiempo, pero ella acumulaba detalles en silencio como piezas de puzzle. Estaba reuniendo ingredientes para su receta especial, única en la vida. Su bolígrafo rascaba hasta altas horas de la noche.