Un león fugado paraliza la ciudad – Lo que ocurre al final deja a todos atónitos

Tom visitó el ala veterinaria. Nyla yacía débil en su corral, con la respiración entrecortada y las costillas visibles bajo el pelaje. Levantó la cabeza débilmente al oír su voz. «Viene a por ti», susurró Tom, con el corazón roto. Los cuidadores le dieron todo lo que pidió. La determinación ardía en su pecho.

Mientras tanto, el hambre de Sahara la carcomía. Merodeaba por los contenedores, destrozaba las bolsas de basura y engullía restos podridos. Un vecino filmaba desde su ventana, indignado: «¡Caza cerca de niños!» Sin embargo, las imágenes delataban su debilidad: se le veían las costillas, sus movimientos eran más lentos, nada que ver con la descripción del depredador. Estaba sobreviviendo, no cazando.