La policía aprovechó las imágenes. «Comportamiento depredador», declaró el jefe. «Está poniendo a prueba los límites» Los agentes apostaron francotiradores cerca de colegios y parques infantiles. Los padres protestaron, indignados porque sus hijos vivían en un barrio militarizado. Pero el miedo ahogaba la razón: cada crujido de ramas se convertía en garras en la oscuridad.
Uno de esos errores estuvo a punto de acabar trágicamente. Un agente disparó contra el movimiento en un descampado en las primeras horas del amanecer, sólo para golpear a un husky extraviado. La indignación estalló en Internet: ¡matarán a todo lo que tenga pelo! El jefe insistió en que se había seguido el protocolo. Pero la línea entre la precaución y la imprudencia se hacía más delgada cada hora.