Un león fugado paraliza la ciudad – Lo que ocurre al final deja a todos atónitos

Dos noches antes, Oakridge había dormido plácidamente bajo una cortina de lluvia. En el zoo de la ciudad, los focos parpadeaban mientras el viento arrancaba ramas de los árboles. En medio de un caos de alarmas y personal disperso, una verja de alambre cedió. Sahara, inquieta y temblorosa, aprovechó la oportunidad que nadie había imaginado posible.

Se deslizó entre charcos y sombras, con su esbelto cuerpo pegado al suelo. La lluvia enmascaró su olor y ahogó el sonido de sus patas. Por primera vez desde su infancia, no había rejas que la encerraran. El horizonte resplandeciente de la ciudad la atraía como una extraña constelación. La libertad le parecía irreal, nítida, aterradora e irresistible a la vez.