Al día siguiente, los niños susurraban historias en la escuela. Los profesores intentaron calmar sus temores, pero la curiosidad se extendió con más rapidez. «¿Has visto el vídeo?», susurró un niño. «Sus ojos brillan como el fuego» Una niña susurró: «Es peligrosa» Los rumores se dispararon hasta que Sahara se convirtió en mitad monstruo, mitad mito: cada sombra era un posible depredador.
Aquella tarde, una anciana llamada Sra. Latham estaba llevando la basura a sus contenedores cuando vio a Sahara agazapado junto a sus rosales. El león olfateó y luego levantó la vista. La Sra. Latham se quedó paralizada y susurró en voz baja: «Eres preciosa» Sahara parpadeó y desapareció por encima de la valla. La anciana nunca lo denunció.