Un elefante colocaba piedras en una esquina de su recinto y los expertos descubrieron el motivo

El suelo tembló. Salió polvo del pozo. Todos se protegieron la cara. El silbido se hizo más lento… Luego se suavizó… Luego se desvaneció. Se hizo el silencio. Navarro comprobó los medidores -dos veces- antes de exhalar por fin. «Presión bajando», dijo. «Estamos a salvo»

María sintió que sus músculos cedían aliviados. Se agarró a la barandilla para estabilizarse. Dentro del recinto, los elefantes se calmaron. Lila dio un paso adelante y tocó el montículo que habían construido -sólo una vez- y luego bajó la cabeza en señal de reconocimiento. El peligro había pasado.