Un elefante colocaba piedras en una esquina de su recinto y los expertos descubrieron el motivo

De repente, una ráfaga de aire caliente y químico salió del pozo. «Ahí está», gritó un trabajador. Apareció la tubería: acero grueso, resbaladizo por la condensación, vibrando rápidamente como un ser vivo que intentara desgarrarse.

Navarro se inclinó sobre ella. Su voz era grave, urgente. «La presión está por las nubes. Si esta costura falla, volará medio recinto» A María le flaquearon las rodillas. «Pero, ¿qué lo ha provocado? «Un fallo aguas arriba», dijo Navarro. «Una válvula bloqueada. La presión se desvió hacia aquí. Si no fuera por tus elefantes, no se habría descubierto hasta que fuera demasiado tarde»