María respiró entrecortadamente. «¿Podría romperse?» «¿Si la presión sigue subiendo? Sí» Un gemido agudo retumbó bajo ellos: metal bajo tensión. Los elefantes volvieron a trompear, retrocedieron de la esquina y formaron un estrecho círculo alrededor de los terneros.
Navarro no perdió ni un segundo. Gritó a su equipo: «Expongan la tubería con cuidado. Nada de herramientas mecánicas. Cavad sólo a mano» Los trabajadores se pusieron manos a la obra, la tierra volaba mientras cavaban con palas y paletas. Cada pocos segundos, María sintió un leve temblor, lo suficiente para ponerle la piel de gallina.