Un elefante colocaba piedras en una esquina de su recinto y los expertos descubrieron el motivo

La voz de Jared llegó desde detrás de ella. «María… hasta los gibones están gritando como locos. Y los flamencos se han apretujado en una esquina como si hubieran visto un fantasma» Maria mantuvo los ojos fijos en Lila, con el pulso acelerado. Fuera lo que fuese lo que había debajo de aquel trozo de tierra, Lila no quería que nadie se acercara.

Y en el resto del zoo, los animales también se estaban deshaciendo. La voz de Jared temblaba detrás de ella. «Los rinocerontes no quieren tocar su heno. Los gibones se negaron a bajar esta mañana. Los flamencos no se han movido del rincón más alejado desde el amanecer»