«Ni de lejos», respondió Jared. «Hemos revisado el recinto, no hay nada fuera de lugar. Pero actúan como si ese lugar fuera… peligroso» María se inclinó hacia él, manteniendo un tono suave y familiar. «Lila, cariño… ¿qué está pasando?» La matriarca emitió un sonido sordo: profundo, hueco, intranquilo.
Los demás se hicieron eco, el sonido retumbó en el aire como un trueno lejano. María sintió que se le erizaba la piel. No era sólo miedo. Era instinto, crudo, antiguo y certero. «¿Qué quieres que hagamos? Preguntó Jared, con voz tensa.