Un elefante colocaba piedras en una esquina de su recinto y los expertos descubrieron el motivo

Dentro del recinto, la manada permanecía hombro con hombro, con los cuerpos tensos, trompeteando ansiosamente cada vez que un miembro del personal se acercaba demasiado a la zona atrincherada. No había agresiones entre ellos. Ni estampidas erráticas.

Esto era defensa. Una línea de guardia. Lila se mantuvo rígida, vigilando la barricada como un centinela. Sus orejas se movieron hacia la esquina, las fosas nasales se agitaron, como si estuviera alerta a algo que ningún humano podría detectar. A María se le hizo un nudo en el estómago. «¿Nunca habían hecho esto?», preguntó.