Un oso irrumpe en el hospital y una enfermera llora al ver lo que lleva en la boca

La respuesta de Takashi resonó desde el pozo: «¡Entendido! Aquí viene el primero» Hana observó con la respiración contenida cómo una pequeña criatura peluda emergía de la oscuridad, agarrada suavemente de las manos de Takashi. Había creado un cabestrillo improvisado con su chaqueta para subirlos. Cuando Takashi se acercó, Hana se agachó y levantó al asustado animal para ponerlo a salvo.

«Ya estás bien, pequeñín», susurró. Hana creó una zona cálida y mullida para que los animales se recuperaran. Uno a uno, fueron saliendo del pozo a medida que Takashi descendía por la cuerda. Cada vez que Takashi ascendía, con los músculos tensos, a Hana le temblaban los nervios. Pero la cuerda se mantenía firme. Con cada criatura rescatada, Hana sentía un gran alivio.