Una mujer sigue a un alce hasta el mar tras acercarse a ella en la playa

Cuando Sarah vaciló, el alce se giró bruscamente y volvió hacia la orilla, deteniéndose cada pocos pasos para mirarla. Quería que la siguiera. En contra de toda lógica, se levantó y dio unos pasos cautelosos hacia delante. El alce continuó su lento camino, asegurándose de que ella se quedaba atrás.

Cuando Sarah se acercó, percibió unos gritos débiles y angustiados que arrastraba el viento. Se le hizo un nudo en el estómago. No era sólo el alce el que necesitaba ayuda. Alguien o algo más estaba en apuros. Aceleró el paso y sus pies se hundieron ligeramente en la arena húmeda mientras seguía al alce hacia la fuente de los sonidos.