Ya está. Carl se echó hacia atrás, furioso. Si las palabras no funcionaban, quizá lo hiciera la acción. Hizo señas a un miembro de la tripulación que pasaba y pidió un vaso de agua fría, lo más fría posible. El plan ya se estaba formando en su mente.
Cuando llegó el vaso, Carl esperó la siguiente patada. Y así fue. Carl se sobresaltó y dejó que el agua fría salpicara «accidentalmente» hacia atrás, empapando el regazo de la mujer y sobresaltando al chico.