No todos los días los agentes se encuentran persiguiendo un coche fúnebre por la autopista, pero eso es exactamente lo que ocurrió en una autopista el pasado fin de semana. Un vehículo funerario gris, muy alejado de cualquier procesión o emergencia, rebasó el tráfico a 146 km/h. En su interior iban dos empleados de una funeraria local. En su interior viajaban dos empleados de una funeraria local, al parecer con mucha más prisa de lo que su trabajo podría sugerir.
La policía intervino rápidamente y detuvo el vehículo, pero la infracción por exceso de velocidad resultó ser sólo la punta del iceberg. Durante el control, el conductor dio positivo tanto en alcohol como en drogas. Sus movimientos inestables, sus respuestas confusas y su falta de conciencia dejaron claro que no tenía nada que hacer al volante.