El incidente tuvo lugar en Conselice, una pequeña localidad de la provincia italiana de Rávena, según informa el medio local RavennaToday. El protagonista: un hombre ya conocido por las autoridades. Hacía tiempo que le habían retirado el carné de conducir. La mayoría de la gente en esa situación opta por la opción más sensata: coger el autobús, una bicicleta o un coche. Pero este hombre parecía considerar las leyes de tráfico más bien como sugerencias amistosas. Así que simplemente volvió a ponerse al volante.
Los agentes de la policía militar italiana le reconocieron a él y a su coche en cuanto atravesó el pueblo. En ese momento, aún tenía elección. Podía haberse detenido, aceptar su castigo y esperar que el juez tuviera piedad. En lugar de eso, eligió la peor opción posible: pisar el acelerador.