Su padre se adelantó, con voz grave pero decidida. «Y cuando lo hagas, estaremos detrás de ti. Sea lo que sea, Clara, no lo afrontarás sola» Por primera vez desde la ceremonia, Clara sintió algo más que desesperación. Era frágil, pero estaba ahí: una chispa de determinación que ardía a través de la bruma de la traición.
Minutos después, estaba en el coche, con la carretera borrosa bajo los faros. Cada kilómetro que recorría le apretaba el pecho y su mente oscilaba entre la furia y el miedo. Antes se había imaginado llegar a aquel hotel de la mano de Liam, radiante de amor. Ahora se dirigía hacia él con el corazón roto, desesperada por saber la verdad.