Un sacerdote pide a la novia que se aparte mientras el novio se declara a su hermana: su reacción sorprende a todos

Estuvo sentada durante horas, con las rodillas apretadas contra el pecho y las lágrimas empapando la tela de la bata, hasta que la luz del día dejó paso al resplandor anaranjado de las farolas. Llamaron a la puerta, primero con fuerza y luego con más suavidad. «¿Clara? Soy yo. Abre, por favor»

La voz de Phoebe. Clara se incorporó, se secó la cara con el dorso de la mano y abrió la puerta. Su amiga estaba de pie, con los ojos enrojecidos y la expresión afectada. Sin mediar palabra, Phoebe tiró de ella y Clara se quebró de nuevo, sollozando en su hombro.