Para Clara, el mundo se había reducido a este único paseo, cada latido de su corazón palpitaba con la convicción de que su día perfecto había llegado por fin. Llegó al altar, su mano se deslizó en la de Liam, el mundo se redujo a ellos dos solos.
El corazón de Clara latía con expectación y su mirada se clavó en la de él. Por un momento, fue perfecto. Entonces, los dedos de Liam se tensaron. Se giró ligeramente, con voz baja pero firme. «Clara, apártate» Ella se quedó sin aliento. «¿Qué?», susurró, atónita.