Un sacerdote pide a la novia que se aparte mientras el novio se declara a su hermana: su reacción sorprende a todos

Las horas se difuminaron en cepilladas de rímel, susurros tranquilizadores y risas que se quebraban bajo el peso de los nervios. Las damas de honor iban y venían, los detalles encajaban en su sitio. Clara se puso delante del espejo con su vestido, el velo prendido delicadamente en el pelo, y se estremeció al verse reflejada. Su madre se secó los ojos. Estefanía aplaudió.

Por un momento, Clara se permitió creer en el cuento de hadas. Los invitados llenaban el jardín, las voces murmuraban mientras se acomodaban. Las rosas perfumaban el aire, las velas parpadeaban en los portavelas y las flores de cítricos flotaban en la brisa. Liam estaba en el altar con sus padrinos, ajustándose los gemelos. Su sonrisa se mantenía firme, pero su mandíbula permanecía tensa y sus ojos ensombrecidos.