Una manada de lobos irrumpe en una escuela primaria y una profesora llora al ver lo que lleva uno de ellos en la boca

Tina permaneció inmóvil, con un lenguaje corporal que transmitía calma y sumisión. Podía sentir los ojos del lobo alfa clavados en ella, observando cada movimiento. Lentamente, acercó la mano al picaporte de la puerta, manteniendo el contacto visual con el animal. El lobo gimoteó y Tina pudo sentir su creciente inquietud.

Con una plegaria silenciosa, giró suavemente el picaporte y abrió la puerta lo suficiente para salir. Los ojos del lobo alfa se clavaron en Tina, inquebrantables e intensos, mientras que los otros dos se inquietaron, moviéndose ligeramente pero permaneciendo en posición, flanqueando al alfa en perfecta sincronía. Tina se movió con una lentitud meticulosa, manteniendo sus movimientos fluidos y deliberados para no asustar a los animales.