Con una determinación que la sorprendió incluso a sí misma, Tina tomó una decisión. Iba a atraer a los lobos al almacén cercano, con la esperanza de contener la situación y ganar algo de tiempo para pensar. Respirando hondo, Tina cogió una escoba de un armario cercano. La utilizó para hacer ruido, golpeándola contra las paredes y el suelo para llamar la atención de la manada.
Los animales se volvieron hacia ella, clavando sus ojos en los de ella. Con movimientos lentos y deliberados, Tina empezó a retroceder, guiándolos por el pasillo y alejándolos de las aulas. Al llegar al final del pasillo, Tina encontró el almacén de la escuela.