Al cabo de un rato, el veterinario abrió la puerta y les dio la bienvenida con una sonrisa. Les informó de que habían llegado justo a tiempo y que sus esfuerzos habían logrado salvar a los animales. Tina, sintiendo una mezcla de alivio y curiosidad, se volvió hacia el veterinario y le preguntó qué eran aquellas extrañas criaturas.
Resultó que aquellos animales eran un raro cruce entre un coyote y un lobo. El veterinario no pudo determinar cómo habían acabado dentro del pozo, pero hizo hincapié en que eran un raro milagro de la naturaleza. Tina estaba decidida a no dejarlos volver a la naturaleza; necesitaban un lugar seguro al que llamar hogar.