Apresuradamente, el improbable grupo salió del oscuro bosque, cada uno con un animal en la mano, en dirección a la clínica veterinaria local. La mente de Tina daba vueltas con preguntas: ¿estarían bien las criaturas? ¿Qué eran exactamente? Pero ocultó su curiosidad y se centró en conseguirles atención médica lo antes posible.
Irrumpió en la clínica y pidió ayuda urgentemente. Para su alivio, Vincent, un veterinario experimentado, estaba preparado, con sus ojos experimentados evaluando rápidamente la situación. Con firmeza pero con delicadeza, indicó a Tina y a James que colocaran a las criaturas en la mesa de exploración. Sin embargo, cuando Tina se dispuso a seguirlos al quirófano, el veterinario la detuvo con la mano extendida.