La luz reveló docenas de ojos diminutos y brillantes que le devolvían la mirada. Las criaturas, desconocidas e inquietantes, parecían retorcerse y moverse entre las sombras. James apenas podía respirar al darse cuenta de que no estaba solo aquí abajo. La visión de aquellas criaturas, con sus ojos brillando a la luz, le produjo escalofríos. Pero entonces se dio cuenta de algo.
«¡Tina, tienes que ver esto!» La voz de James resonó desde el pozo, mezclada con asombro y una pizca de miedo. Tina se acercó, con el corazón acelerado por el alivio y un poco de miedo. Al mirar en el oscuro espacio iluminado por la linterna de James, se dio cuenta de algo: había movimiento, pequeñas formas que corrían y se parecían a la extraña criatura que los lobos habían traído a la escuela.