Un grito rompió la tranquilidad: un sonido agudo y aterrador que rebotó en las paredes del pozo. Era James. Su grito cortó el aire, lleno de dolor y miedo. A Tina se le paró el corazón. Casi podía sentir el aire frío y húmedo que salía del pozo y le transmitía el grito de James.
«¡James!», gritó con voz temblorosa. «James, ¿estás bien?» Pero sólo le respondió el silencio, denso y pesado. El pozo pareció tragarse sus palabras, dejándola con un silencio espantoso y el eco del grito de James en sus oídos. Se sintió impotente y su mente se agitó con los peores escenarios.