Pero entonces, la voz volvió a sonar: su nombre, claro y desesperado. El bosque pareció contener la respiración. Al principio, el sonido le produjo un escalofrío, pero cuando se volvió hacia él, la claridad se abrió paso. Era James. El miedo que había nublado su mente empezó a disolverse y el alivio la inundó.
Sin embargo, los lobos, que no conocían a James, siguieron sus instintos y empezaron a correr hacia él. Al darse cuenta del peligro en un instante, Tina se puso rápidamente delante de James, dispuesta a protegerle del ataque de la manada. Milagrosamente, los lobos dejaron de embestir y se detuvieron justo antes de alcanzarlos, evitando un enfrentamiento en el último momento.