Con la llegada del veterinario y su equipo, la situación dejó de estar en manos de personas preocupadas y pasó a manos de profesionales. La madre osa fue trasladada con cuidado a un centro de acogida temporal para garantizar su seguridad y bienestar. Mientras tanto, el osezno recibía tratamiento y cuidados específicos bajo la dirección de un veterinario experto.
Los días se convirtieron en semanas de notable recuperación. Cada día que pasaba recuperaba su fuerza y vitalidad, llenando de esperanza y alegría los corazones de todos los implicados. Por fin llegó el momento en que el cachorro y su madre estaban listos para ser devueltos a la naturaleza, a la que realmente pertenecían. Con una amable sonrisa, el veterinario le hizo a Luka la extraordinaria pregunta que dejaría para siempre una marca indeleble en su vida. «¿Quieres venir con nosotros cuando volvamos a reunirlos?».