A medida que la tensión se disipaba poco a poco, los potentes efectos del tranquilizante empezaron a apoderarse de la osa madre que luchaba. El corazón acelerado de Luka encontró por fin consuelo al verla sucumbir al sueño y sintió un gran alivio. «Demasiada tensión para un día», murmuró en voz baja, arrastrado por la suave brisa.
Un ruido lejano rompió la quietud y llamó su atención. Los ojos de Luka se iluminaron al reconocer las figuras que se acercaban. Por fin llegaban el veterinario y su equipo, y su presencia marcaba el final de esta intensa prueba. El alivio y la gratitud llenaron el corazón de Luka, sabiendo que la ayuda profesional estaba al alcance de la mano. Sin embargo, un sentimiento agridulce tiñó sus emociones al darse cuenta de que ya no tendría la oportunidad de ayudar personalmente al cachorro.