Creyendo que había sido abandonado por su madre, el vecino se encargó de llevar a la frágil criatura a casa con la intención de buscar atención veterinaria. Al darse cuenta del estado en que se encontraba el osezno, el vecino había llegado a la sombría conclusión de que tenía pocas posibilidades de sobrevivir en la naturaleza. Tal vez la madre osa había llegado a la misma conclusión, lo que motivó su desesperado intento de conseguir la ayuda de Luka.
Sin embargo, se hizo evidente que la única ayuda significativa que se podía proporcionar era la de un profesional, un veterinario que poseía la experiencia y los recursos para cuidar del osezno enfermo.