Con la inquietud atenazando su corazón, Luka se acercó a la puerta del garaje, su mente era un torbellino de expectación e incertidumbre. Se preguntó si su vecino estaría dentro, ajeno a la conmoción que había al otro lado de la puerta. ¿Podría darle alguna pista sobre el propósito del oso y desentrañar los misterios que los habían enredado?
El corazón de Luka latía con fuerza en su pecho mientras permanecía de pie frente al garaje del vecino, desconcertado y ansioso. El incesante asalto del oso a la puerta no hacía más que aumentar la tensión. «¡HARRY! RÁPIDO», «No estoy bromeando», «¡Tienes que encontrar refugio!» Gritó Luka desesperadamente. Nervioso, esperó una respuesta, pero no la obtuvo. El silencio que siguió fue desconcertante, sólo roto por el enigmático sonido que emanaba del interior del garaje..