Un oso saluda a su familia todas las mañanas y un día su padre descubre algo sorprendente

Un sinfín de preguntas se agolpaban en su mente. ¿Era un gesto de agresión? ¿O quizás una súplica de comprensión? La postura erguida del oso era una invitación silenciosa que invitaba a Luka a profundizar en los secretos que le aguardaban. Era un momento crucial, que exigía una elección: huir de lo desconocido o abrazar el inesperado viaje que le esperaba.

Entonces Luka vio que la mirada del oso se fijaba en un objetivo lejano. Había percibido un olor y cada uno de sus movimientos emanaba una resuelta determinación. Los instintos del animal lo empujaban hacia adelante, instándolo a perseguir lo que estuviera delante. ¿Qué podría oler?