Las horas pasaban como nubes pesadas, cada una arrastrando las esperanzas de Derrick hasta límites precarios. A punto estuvo de quedarse dormido, despertándose cada vez que se le hundía la barbilla. La aproximación final de los pasos en el pasillo le pareció irreal, como si estuviera atrapado en una pesadilla a cámara lenta. Entonces apareció el veterinario.
Derrick se levantó demasiado deprisa, con la cabeza dándole vueltas por el cansancio. El veterinario esbozaba una leve sonrisa, con líneas de alivio grabadas en el rostro. «Lo hemos conseguido», murmuró, con voz queda. A Derrick se le agarrotó el pecho, inseguro de haber oído bien. El veterinario se lo aclaró: Rusty había sobrevivido al procedimiento, aferrándose a la vida a pesar de las probabilidades.